¿Alguna vez te has preguntado por que las personas que dan todo lo que tienen, son las que tienen más que los demás? Las personas que son mas generosas son las que se convierten en personas acaudaladas y acaban con mucho más que cuando comenzaron. Esto se debe a una ley universal llamada EL PRINCIPIO DE RECIPROCIDAD que dice que mientras más das, más regresa a ti.
Incluso lo hemos leido en la Biblia y en libros como “El hombre más Rico de Babilionia” donde nos dice que donemos el 10% de nuestro ingreso mensual a alguna causa ya que el 90% que te queda se multiplicará y te recuperará lo que diste y más. Muchas personas prósperas han descubierto este principio y han hecho que trabaje para ellos.
Hace tiempo leí una historia del fundador de las tiendas J. C. Penney, quien al conocer este principio no solo creyó en el sino que lo maximizó donando el 90% de lo que el ganaba y quedándose solo con el 10%. Eso no impidió que el se conviertiera en uno de los hombres más ricos del mundo en su época.
Pero dar solo con el propósito de obtener algo a cambio dañaría el principio universal. Este solo funciona cuando damos con un corazón generoso y un espíritu abierto. Esto es lo mismo que cosechar lo que sembramos. Sembramos generosidad, cosechamos generosidad.
Entonces, ¿Cómo dar a fin de recibir?
Primero, debes comprender que incluso cuando tu no veas un retorno monetario en lo que das, el ácto de dar y el tiempo y esfuerzo invertido en el, aún valen la pena. Hay muchas bendiciones al dar, independientemente de lo que obtenemos de regreso. La alegría que te brinda el satisfacer la necesidad de otros, la realización que alcanzas al ayudar a alguien, el sentido de satisfacción que viene al saber que hiciste algo bueno. Date cuenta que de hecho por adelantado somos recompensados en muchas formas por lo que damos.
Nuestras mentes no deben enfocarse en solamente recibir algo en retorno por lo que damos. Eso es muy parecido a lo que los “TELEVANGELISTAS” nos dicen cuando nos piden que les demos $100 y que a cambio recibiremos $1000. Si solo estamos pensando en lo que recibiremos nosotros, estamos dañando el principio universal de dar.
El DAR debe hacerse sin preocupación por nosotros mismos y con un deseo de ayudar. Esa clase de generosidad REGRESARÁ a ti en formas que nunca te habrías imaginado.
Haz una prueba. Abre tu cartera y comparte aquello con lo que fuiste bendecido, incluso si es solo una pequeña cantidad. El principio de reciprocidad te asegurará que pronto recibirás algo de manera proporcional a lo que libremente y generosamente hoy estás dando a alguién más.
¿Cómo serás recompensado por dar? Nunca sabrás si hoy no lo intentas!
